viernes, julio 31

HERRADURA UN PAISAJE DE ENSUEÑO





EL HORNERO ....






EL HORNERO :

es un cantor notable. El canto acompaña al cortejo y a la relación de pareja y se emplea para delimitar territorio.
Macho y hembra casi no se pueden diferenciar visualmente, pues ambos tienen un aspecto muy similar.
En la primavera realiza el galanteo que tiene un comportamiento específico en el cual se destaca el canto a dúo. La pareja se enfrenta batiendo las alas, con la cabeza erguida y sacando pecho; cuando comienza el canto, las alas quedan colgando, el cuello queda extendido y con la cola abierta. Enfrentados entonces, comienza el canto a dúo.
El canto a dúo no es exclusivo del galanteo, pues cantan así también para reconocerse cuando están cerca del nido, para mantener el vínculo o para avisar el regreso durante la incubación al compañero que a quedado dentro de aquel.
Los horneros viven en parejas –algunos afirman incluso que las uniones duran de por vida–compartiendo las actividades inherentes a la construcción del nido, la incubación de los huevos, la obtención de alimentos y el cuidado de los pichones.
Otro tipo de canto perfectamente individualizado es el canto alternado de los machos cuando les disputan su territorio. Su canto es entonces un contrapaso.Augurios y relatos.

Su abundante presencia en vastas zonas del país, la confianza con que se acerca al hombre y a su vivienda - cerca de la cual anida frecuentemente -, lo llamativo de su canto y lo peculiar de su nido hicieron que estimularan fuertemente la imaginación popular y se convirtiera en figura familiar en el inventario de creencias y relatos tradicionales.

Varios son sus nombres y en su mayoría vinculados a una de sus características más notables: su nido de barro. Según el saber popular criollo, la adecuada interpretación de la conducta del hornero proporciona una serie de augurios. En primer lugar es bueno para el hombre que anide cerca de su casa pues ello constituye una señal de que ese año los cultivos serán rendidores. Como en cuestión de augurios no es raro que se confundan causas con efectos, se pasa fácilmente a considerar que el ave - el principio mero anuncio de algo por venir - es casi la que provoca la buena suerte, deseando su presencia. Si el hornero anida sobre la casa, tanto mejor: "en casa con nido de hornero no caen rayos". La explicación de esta creencia no es clara; tal vez deba buscarse en viejas tradiciones guaraníes sobre las aves del trueno, vinculada a los fenómenos meteorológicos, los rayos y el fuego. Tal vez tenga que ver con su vinculación con la lluvia y la humedad, pues necesita barro como materia prima para su nido y huye de la sequía demostrando una asociación con la precipitaciones pluviales. En relación con esto, también se interpreta otra señal: si canta fuerte durante un temporal, es que la lluvia está por parar. Buen augurio es también que el hornero se empecine en cantar fuerte sobre un techo: anuncian que vendrán buenos tiempos para los moradores. En el campo se suele afirmar que el hornero representa escrupulosamente el descanso dominical. Si se lo ve trabajando con la edificación de su nido en día domingo hay una justificación: se aproxima una temporada de sequía que hará escasear el barro o vendrán fuertes lluvias que imposibilitarán la tarea.

Otra vez el hombre aparece como conocedor del clima. Sus gritos de alarma resultan de utilidad a hombre de campo. Para algunos, anuncian concretamente la presencia de víboras u otros animales peligrosos. Otros lo consideran un buen guardián que avisa sobre la aparición de ruidos o movimientos inusuales y con ello de posibles visitantes indeseables: cuatreros, quizás la llegada de la partida en tiempo de los matreros. En el campo de la medicina folklórica, se ha registrado el uso del "horno", una vez abandonado como remedio para las afecciones de la piel. Cuando se necesita se rompe un trozo, se lo humedece y se aplica sobre la parte afectada. Para algunos indígenas chaquenses, el hornero juega un papel considerable en la mitología.
Dice el mito que en tiempos antiguos la gente no tenía fuego y subía al cielo-antaño conectado con la tierra- para que el sol cociera sus alimentos. Pero el sol era muy susceptible: no toleraba risas en su presencia. Un día en la comitiva fue Tatsí, el hornero, que entonces tenía apariencia humana al igual que los demás animales actuales y se caracterizaba por su facilidad para estallar en carcajadas ante cualquier cosa. La situación no lo favoreció. Ocurre que para cocer los alimentos que le llevaban, el sol se sentaba sobre las ollas y echaba fuego por el trasero. Esto fue demasiado para Tatsí que, pese a los desesperado esfuerzos de sus acompañantes por contenerlo, terminó largando una estruendosa carcajada. Enfureció, el sol arrojó fuego contra los visitantes y acabó por incendiar la tierra, exterminando a la mayoría de sus habitantes. Los sobrevivientes se transformaron en animales.
No siempre el hornero aparece en una actitud simpática; para los chorote del chaco hubo un hornero mítico que mataba a toda la gente que podía por el artero método de arrojarles encimas su pesado nido desde un árbol alto, rompiéndoles las cabeza.
En la mitología guaraní se da cuenta del origen del hornero y de su vida en pareja. Hubo un muchacho Jahé que había sido cariado por su padre en el monte alejado del contacto con los demás. Un día Jahé, en persecución de una carpincho escurridizo, oyó un chapoteo en el río y acudió creyendo que se trataba del animal. Pero en vez de ello, se encontró con una joven que huyó al verlo. Trastornado por la hermosura de la muchacha hija de un jefe local, su auxiliado por su padre, quién lo acompañó al poblado a pedir a la joven como esposa. Pero había otros pretendientes y se estableció una serie de pruebas cuyo ganador se quedaría con la novia. Jahé triunfó en natación, triunfó en carrera. Todos fueron abandonando y solo quedaron Jahé y Aguará (el zorro). Animado por su padre, el joven aguantó; al noveno día el contrincante se retiró, vencido. Ante la estupefacción de todos, la joven se transformó en ave y lo siguió en su vuelo triunfando así, -en la poética mentalidad guaraní- el amor sobre el sufrimiento. Desde entonces el hornero anda en pareja.

EL HORNERO (Poema tradicional de: Leopoldo Lugones).



La casita del hornero
tiene alcoba y tiene sala.
en la alcoba la hembra instala
justamente el nido entero.
En la sala, muy orondo,
el padre guarda la puerta,
con su camisa entreabierta
sobre su pecho redondo.
Elige como un artista
el gajo de un sauce añoso
o en el poste rumoroso
se vuelve telegrafista.
Allá, si el barro está blando,
canta su gozo sincero,
yo quisiera ser hornero
y hacer mi choza cantando.
Así le sale bien todo,
y así, en su honrado desvelo,
trabaja mirando al cielo
en el agua de su lodo
La trabaja en paja y barro,
lindamente la trabaja,
que en el barro y en la paja
es arquitecto bizarro
La casita del hornero
tiene alcoba y tiene sala.
en la alcoba la hembra instala
justamente el nido entero.
Concluyó el hornero su horno
y con el ultimo toque
le deja áspero el revoque
contra frío y el bochorno.
Y cuando acaba jovial
de arreglarla a su deseo
le pone con un gorjeo
la vajilla de cristal.